Por:
Manuel Alfonso Caicedo.
Redactor La Verdad.//
Maestro, ¿Qué es lo mejor que
puedo hacer por mi hijo?, preguntaba un discípulo a un predicador. “Ama a su
madre”.
Aunque a usted señor lector, le
parezca increíble, es indispensable darle prioridad a la relación de pareja,
por-que el bienestar de los hijos depende, en gran medida, del bienestar en la
relación entre sus padres. Y lo que ocurre frecuentemente es todo lo contrario.
Una vez comienzan a llegar los hijos muchos padres se consagran tanto a su
cuidado que se olvidan de seguir siendo pareja.
Y cuando estos crecen y se van
del hogar la relación marital es distante y parecen dos extraños bajo el mismo
techo, permaneciendo juntos simple-mente por miedo a la soledad, por razones
económicas o no hay otra alternativa y el matrimonio se acaba.
Para el bienestar de los hijos,
hay que tener en cuenta que su sano desarrollo emocional exige calidad y
profundidad en la relación matrimonial. Si el niño sabe que sus padres se
quieren y que tienen una relación sólida crea en él una sensación de
estabilidad, seguridad emocional y buena salud mental. Así mismo, una relación en
la que la pareja carece de afecto genera en los hijos angustia y duda de la
disponibilidad de los padres para cuidarlos y protegerlos.
Por otra parte, el temor de los
niños a perder a uno de sus padres como
resultado de una separación entre ellos, los puede llevar inconsciente-mente
a comportamientos nocivos para
mantenerlos unidos.
El uso de drogas, rebeldía
excesiva, bajo rendimiento escolar, depresión, aislamiento, son conductas
utilizadas por los hijos para atraer la atención de los padres y así lograr que
tengan que permanecer unidos.
La relación de sus padres es el
primer ejemplo de relación social que tienen los menores y su desarrollo como
ser social será lo que vea ejemplificado en su hogar.
Para que una relación de pareja
crezca, se fortalezca y desarrolle, no basta con vivir bajo el mismo techo,
compartir el cuidado de sus hijos y trabajar hombro a hombro para satisfacer la
exigencias económicas de la familia. Esta debe alimentarse mutuamente con
afecto, tiempo y comprensión y satisfacer las necesidades de cada uno.
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