Por:
ISMAEL GUERRA DE LA OSSA
Redactor La Verdad.//
No
hemos querido –o podido- los sampedrenses hacerles caso a las lecciones que nos
han dejado las bonanzas de que ha sido objeto nuestra población. Una de ellas
fue la del algodón entre las décadas del 60 y 70, cuando este cultivo alcanzó
su máximo esplendor prodigándole al municipio un período de abundancia, nunca imaginada, pues la
prosperidad se notaba por doquier habida consideración de que el algodón tiene
la propiedad de difuminar sus beneficios a gran parte de los estamentos
socioeconómicos de su zona de influencia.
Pero esa época de vacas gordas, como
todo en la vida, tuvo su final por la acción inexorable del tiempo y vino
entonces la de las vacas flacas con su carga de precariedades y penurias, a la
cual tuvimos que hacerle frente inermes porque no tomamos las debidas
previsiones. Creímos que esa bonanza se perpetuaría por los siglos de los
siglos y no fue, ni tenía porque ser así.
Las consecuencias fueron lamentables:
quedamos con los suelos más degradados del país, según un estudio de una
prestigiosa universidad, y las secuelas ambientales, culturales, sanitarias y
sociológicas no fueron pocas.
Ahora, desde hace unos 6 o 7 años, Dios
nos premió con otra ventura derivada de la explotación del gas que halló una
multinacional canadiense en nuestro subsuelo y no queremos –o podemos- atender
las lecciones que nos dejó el auge algodonero.
No hay un proyecto de desarrollo que
sea sostenible en el tiempo para que así mis coterráneos puedan sobrellevar los
crueles efectos de la terminación de la bonanza gasífera, que va a llegar y
tiene que llegar, sencillamente porque los hidrocarburos son recursos naturales
no renovables, es decir, se acaban porque se acaban. Ya hay en San Pedro un
antecedente en esta materia. Recordemos los yacimientos “Ay hombe 1” y “Ay
hombe 2”, ”Güepaje 1” y “Güepaje 2”, que hoy son historia.
De manera que no podemos conformarnos
los sampedrenses con una obrita aquí y otra allá, o unos días de trabajo para
unos hoy y para otros después. Tenemos que pensar en grande y exigir que las
transnacionales que están explotando nuestra riqueza hidrocarburífera, le dejen
algo más que eso a nuestro pueblo. A eso invito a mis paisanos.
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