Por:
MANUEL ALFONSO
CAICEDO
Redactor La
Verdad.//
Agradecimientos a
la Dirección de este semanario por
la honrosa invitación a hacer parte de su selecto grupo
de columnistas. Me motiva en grado sumo esta idea ya que desde esta columna
estaré aportando mis ideas y concepto personal sobre diversos temas de índole
social, cívica, cultural, económica y político, siempre bajo un enfoque
tridimensional (biológico, psicológico y social). A la vez estaré incursionando
en otro campo o faceta que la vida me presenta, como es la de redactor, lo que
me permitirá despertar y ejercitar, esa virtud o don que todo ser humano, en
cierta medida, lleva por dentro, como es el de escribir para opinar o
conceptuar.
Este ejercicio me será de mucha utilidad para intentar socializar una
temática agreste como es Salud Familiar, en la que estaré resaltando valores y
actitudes prácticas para enriquecer nuestra labor como padres y desarrollar en
los hijos las herramientas que necesitan para triunfar y ser felices. Se tocaran
temas de interés tanto para padres como para todos aquellos adultos
comprometidos en la crianza y formación de las nuevas generaciones.
Esto se me ha convertido en una necesidad de compartir todo lo que la
vida me ha enseñado y que a pesar de cometer errores con mis hijos, pero
gracias a las luces que me ha dado lo que he estudiado y aprendido, he ganado
unas perspectivas que me ha permitido aprender a reconocer esos errores y a
trabajar para corregirlos. En este proceso, he disfrutado del amor, las enseñanzas
y los innumerables momentos de profunda satisfacción y alegría que me ha
ofrecido la grandiosa experiencia de ser padre.
Todo lo que podemos hacer para mejorar a nuestra familia es
comprometernos con los ideales que debemos inculcar: -encontrar la felicidad
dentro de nosotros comprendiendo la grandeza de vivir,- servir a los demás y-
colocar a nuestra familia en el primer lugar de prioridades.
Trataré
de resumir y difundir lo aprendido, aclarando que las sugerencias que se hagan
en esta columna, son solo una opción válida, pero no la única y mucho menos la
última palabra. Hay que perseverar, insistir y poner todo nuestro empeño, no
para cambiar a nuestros hijos, sino para cambiar nuestra forma de abordar las
dificultades que tenemos con ellos, de manera que los llevemos a ver sus
errores y procurar rectificarlos.
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