Por:
Manuel Alfonso Caicedo.
Redactor La Verdad.//
Todos sabemos que los hijos
necesitan amor. Pero, aun cuan-do la mayoría de los padres los amamos
profundamente, no siempre sabemos comunicárselos de manera que ellos se sientan
verdaderamente amados. Hay mucha confusión en los padres en cuanto a lo que
quiere decir amar a nuestros hijos. Muchos creemos que el amor se comunica
única-mente con caricias y frases cariñosas.
Aun cuando son indispensables,
no bastan por si solas. Otros padres creen que amar a los hijos es estar
pendiente de ellos permanentemente, sin embargo la continua sobreprotección de
los padres, le da a entender al hijo erróneamente que es un incapaz.
Algunos padres creen que amar a
los hijos es comprarles todo lo que se les antoja y esto los perjudica porque
aprenden a “vender su amor” o a que ser valioso es tener mucho. Y para darles
tanto, nos vemos obligados a trabajar demasiado y disponemos de poco tiempo
para estar con ellos. Y este alejamiento por más regalos que les brindemos es
interpretado por los hijos como falta de interés o amor por parte de sus
padres. Hay otros padres que creen que amar a los hijos es vivirlos
reprendiendo y castigándolos para formarlos como personas correctas. Pero la
disciplina debe ser una enseñanza positiva en palabras y actitudes, respetando
la dignidad del niño y haciéndolo sentir capaz y útil.
El amor que verdaderamente
llega al corazón de los hijos, que les hace sentir que los amamos, se da cuando
hay un profundo interés por ellos y un verdadero compromiso con su crianza. Se
expresa cuando su bienestar y felicidad están primero que nuestra comodidad;
cuando disfrutar de su compañía es más importante que cualquier otra actividad;
cuando los tratamos con respeto y consideración como a nuestros más queridos
amigos; cuando los cuidamos con más esmero que a cualquier joya; cuando los
escuchamos con atención e interés y cuando los apoyamos en sus dificultades y
aceptamos sus errores sin recriminarles por habernos fallado.
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