CODICIA Y PODER

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Por:
WILBER FLÓREZ RAMÍREZ
Director La Verdad.


Según la  Real Academia Española (RAE), la codicia “es el deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes y riquezas.

Entre tanto, poder significa que gobierna o ejerce el mando; y cuando estas dos se combinan pueden ser muy peligrosas porque existe una línea muy delgada entre lo correcto, o lo que se puede hacer y lo incorrecto, o lo que no se debe hacer.

Cuando el poder se te sube a la cabeza puede ser nefasto. Máximo si se trata de administrar dinero y bienes del Estado. Recuerda la frase de Lord Acton: “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Ahora bien, en una empresa familiar puedes trabajar tú, tus hermanos o hermanas, tus padres, tú cuñado, tú esposa y primos. Si eres el jefe o empleado con el cargo de mayor rango; tú hermana o cuñado, por ejemplo, pueden  trabajar a tú  lado, mandar y dar órdenes sin ningún problema.

Pero en un puesto público del tipo ENTE territorial, si eres el Alcalde, por ejemplo, no puedes nombrar o darles facultades de mando a ningún familiar cercano y mucho menos a una hermana o cuñado porque te puedes meter en graves problemas. Pero el ansia de poder y la codicia dan para esto y mucho más.

Si eres elegido Alcalde, por elección popular, la ley te da facultades a ti para que tomes las riendas de un municipio por cuatro (4) años. Como alcalde puedes mandar y darles órdenes a los empleados o subalternos; eso es legal. Lo que no es legal, es que tú hermana o cuñado les den órdenes a dichos empleados.

Y sí los empleados o subalternos del ente territorial en mención conocen las leyes, no se deben dejar mandar de personas ajenas, sin voz y sin voto en una entidad de esta naturaleza.

La ley prohíbe que, en una alcaldía, intervengan en sus decisiones personas que no cuenten con un cargo público o hagan parte de la nómina de la planta de personal del municipio y mucho menos que “suplanten” o asuman las funciones del alcalde.
                                                                                                                                 
Por tal razón, los familiares del alcalde no pueden ejercer “presión” a los funcionarios o empleados, y mucho menos darles órdenes o humillarlos so pretexto de ser hermana, cuña-do u otro familiar del alcalde.

Hay que erradicar estas prácticas de la administración municipal. La soberbia  y la prepotencia no pueden apoderarse de las oficinas y pasillos de la alcaldía municipal.

Si existen personajes así, señor alcalde, por el bien de la administración hay que sacarlos y mantenerlos al margen del recinto o sede del ente territorial.

Esta práctica ilegal no es saludable para el normal trasegar de una administración; así no se hace el “kambio” en una comunidad que solo quiere que las cosas se hagan bien.

Que cosas tiene la vida, señor alcalde, se fue el camisa y llegó la blusa “apretá”. Así no se puede, respeten a los emplea-dos.

Lo invito, señor alcalde, a trabajar sin discriminación alguna por el municipio que lo eligió como tal. Esperamos ansiosos la ejecución de sus primeras obras; tanto en infraestructura física como en el aspecto social y de educación.

Trabaje humildemente y deje de lado la codicia y el ansia de poder.



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