EL SÍNDROME DEL ORO BLANCO Y EL ASISTENCIALISMO

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Por Carmelo González Arrieta
Redactor de La Verdad


Cuentan nuestros historiadores que las primeras personas que habitaron en nuestro territorio se dedicaron a la siembra de productos de pan coger entre ellos el tabaco y más tarde la ganadería que le dieron un soporte importantísimo a le economía local y que a la vez fortalecieron los cimientos de muchos hogares para el sostenimiento de sus familias.

También nos cuentan nuestros padres y abuelos que el intercambio comercial de ciertos productos alimenticios como consecuencia de la abundancia se hacía por brazadas o al ojo como decimos ahora, y aquella persona o familia carente de comida se le asistía con todo el requerimiento.

En aquel entonces los dueños de fincas le daban al que no tenía tierra para sembrar, un cuarterón o media hectárea para que la civilizara por un periodo de tiempo determinado y así todo el mundo trabajaba y se contentaba con lo que Dios le daba.

Todas esas bellas costumbres y sanas inocencias, sucumbieron con la llegada del cultivo del algodón. Las grandes cantidades de dinero provenientes de óptimas cose-chas, terminaron por abrir en el sub-consciente de nuestra malicia indígena, la codicia, la avaricia y el amor por el dinero. A la porra se fueron nuestros productos de pan coger, era mejor comprarlos que sembrarlos y se ahorraba tiempo.

De igual manera ocurre con la llegada de las  multinacionales   que  explotan  nuestro recurso natural. El campesino no siembra estos productos por que se le hace más fácil comprarlos y el tabaco ya no lo siembran porque tiene mucho trabajo, es mejor y más barato comprarlo en la tienda con diferente sabor y olor, además es más rentable trabajar para la multinacional que dedicarle tiempo a la parcela.

El facilismo que nos introdujo la bonanza del algodón nos conlleva a optar por cosas o actividades fáciles como por ejemplo apostarle a los juegos de azar que van desde comprar una boleta hasta comprar el baloto para hacernos ricos de la noche a la mañana, o aspirar a la alcaldía para darle gusto a nuestro delirio de grandeza.

Da gusto ver como personas foráneas vienen con el embeleco que van a emplear a toda la población y contratar camionetas y tractores a tutiplén y de inmediato le aflojamos de a $ 200.000 DOSCIENTOS MIL PESOS en adelante con el fin de conseguir la plata fácil.

Y qué decir de aquellos entusiastas que cualquiera que venga sin perifonear ni nada por el estilo les dice que les va a regalar tierra en donde no sé a dónde y enseguida le aflojan plata y votos.

Y qué decir de aquellos entusiastas que cualquier persona viene y dice que le va a dar vivienda gratis y enseguida le aflojan las escrituras y plata para logística. También podemos decir que el asistencialismo gubernamental, nos está volviendo pará-sitos y dependientes de las cosas fáciles, uno de los peores males creados por la dirigencia pasada del hermano País de Venezuela y que hoy lo tiene sumido en un callejón sin salida.




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